lunes, 23 de mayo de 2016

Para saber más sobre el tema

Recursos web




El Renacimiento y Barroco. Mujeres con el pincel (http://barrocoyrenacimientopintura.blogspot.com.es/)

El papel de la mujer como artista en el renacimiento y el barroco (http://renacimientomujer.blogspot.com.es/)

Una pintora italiana en la corte de Felipe II – Sofonisba Anguissola (http://cuadernodesofonisba.blogspot.com.es/2014/12/una-pintora-italiana-en-la-corte-de.html)




Recursos bibliográficos

La mayoría de los libros sobre arte han sido firmados por hombres, lo que explica que el 99% de la bibliografía escrita trata sobre los hombres artistas como Miguel Angel, Leonardo da Vinci, Rafael o Caravaggio.

BARRIONUEVO PÉREZ, R., Escultoras en su contexto: cuatro siglos ocho historias (siglos XV al XIX), Vision net, Madrid, 2012.

BEGUIRISTAIN, M. T., “Arte y mujer en la cultura medieval y renacentista”, Asparkia: investigación feminista, nº 6, 1996, pp. 135- 146

BOCK, G, “La historia de las mujeres y la historia del género: Aspectos de un debate internacional”, Historia Social, nº 9, 1991, pp. 55-77. 
CASO, A., “La pintura secreta de Felipe II”, Historia y vida, nº 527, 2015, pp. 48-53

MAYAYO, P., Historias de mujeres, historias del arte, Cátedra, Madrid, 2003.


MORTE, A., “Que si les oían reñir o maltratar el marido a la mujer la socorriesen: familia, vecindad y violencia contra la mujer en la Edad Moderna”, Anales de la Universidad de Alicante, nº 30, 2012, pp. 211-228. 

Artemisia Lomi Gentileschi

Artemisia Lomi Gentileschi, nacida el 8 de julio de 1593, fue una de las mejores discípulas de su propio padre. El pintor toscano Orazio Gentileschi seguía los dictados del gran Caravaggio de cuya escuela romana fue uno de sus más importantes representantes. Junto con sus hermanos, Artemisia empezó muy joven a aprender las técnicas pictóricas de las que hacía gala su propio padre. Pero a pesar de ser mucho mejor que sus hermanos, su condición femenina le impidió ingresar en ninguna de las academias de Bellas Artes romanas. Orazio, consciente del talento de su hija, decidió que ésta continuara su formación en privado. Fue por eso por lo que le asignó un preceptor, el que sería el origen de su más horrible desgracia.
La obra de esta pintora barroca fue el reflejo de una vida marcada por un dramático episodio. Violada por su propio preceptor y sometida a tortura para defender su dignidad y honor, Artemisia consiguió convertirse en una de las artistas más importantes de su época y en un referente de la pintura caravaggista. A través de sus cuadros, Artemisia no sólo mostró su propia belleza sino que plasmó la angustia, el odio y el dolor de su propia vida. Y a pesar de que fue olvidada por un tiempo por su condición de mujer, su obra perduró para siempre.
Logro convertirse en una pintora de éxito al servicio de personajes tan importantes en la época como Cosme II de Médici. Roma, Florencia, Venecia, Inglaterra y Nápoles se convirtieron en el hogar de esta mujer luchadora que consiguió vivir de su arte. Desde que a los diecisiete años firmara su primera pintura, Artemisa consiguió ganarse una gran reputación como artista raramente reservada a las mujeres.

Artemisa nos legó cuadros religiosos, históricos, retratos, que actualmente se pueden contemplar en grandes pinacotecas del mundo y lugares emblemáticos como el Palazzo Pitti o los Ufizzi en Florencia, El Prado o El Escorial en Madrid y así una larga lista de museos, galerías de arte, palacios o iglesias que acogen las 34 obras que de Artemisa se han conservado.



 Autoretrato 1615

Sofonisba Anguissola

Sofonisba Anguissola es una pintora renacentista, natural de Cremona (Italia) que llega a España en el año 1559 invitada por Felipe II para ser maestra de pintura de su tercera esposa, la joven reina Isabel de Valois. La pintora asiste en Guadalajara a la boda real y desde el primer momento propiciará un clima de confianza con la familia que se mantiene a lo largo de los quince años que residirá en la corte española, que abandonará en 1573 con destino a Sicilia tras su matrimonio con un noble de origen catalán, Fabrizio Moncada. Durante esos años van a pasar por delante del caballete de la pintora todos los personajes relevantes de la casa real, empezando por los propios reyes, sus hijos y las figuras más importantes de la nobleza del momento.
Fue la primera pintora renacentista con fama internacional. Apenas se conservan 50 obras y muchas de ellas se han atribuido erróneamente a otros artistas masculinos como Zurbarán, Moro, Tiziano o El Greco. Fue muy conocida, distinguida y respetada en su larga vida –más de 90 años–, y admirada por los grandes pintores de la época, como Miguel Ángel, Tiziano o Van Dyc. De los 1.100 cuadros que cuelgan en las galerías del Museo del Prado, sólo tres tienen autoría de una mujer: Sofonisba Anguissola.

Su caso desvela al detalle las razones históricas de la invisibilización de la mujer en la cultura y del hecho de que además de ser invisibles, dicha realidad sea a su vez invisible. La exclusión de las mujeres sigue siendo la normalidad e incluso parece que nadie quiera reparar en ello, ni siquiera las interesadas. El olvido de la representación femenina hace de Sofonisba Anguissola –pintora en la corte de Felipe II– notaria de una extraña realidad aún hoy perdurable. Cuando en 1559 llegó a la corte de Felipe II como dama de la reina Isabel de Valois, Sofonisba Anguissola ya tenía obra y un extenso currículum artístico. Había pintado agradables escenas domésticas, algunos memorables retratos de humanistas o colegas, y autorretratos, como haría el resto de su vida. Incomprensiblemente, Sofonisba Anguissola no firmaba los lienzos que pintó para la corte.


Autoretrato 1534



















Ginevra Cantofoli

Ginevra Cantofoli fue una pintora boloñesa nacida en 1618 y fallecida en Bolonia en 1672. Fue una pintora italiana del barroco que trabajó temáticas religiosas y alegóricas.
Ginevra nació en el seno de una familia con buenos recursos, pero poco relacionada con el arte. Pese a ello, poco a poco, su gusto por la pintura fue en aumento. En uno de sus viajes, entabló una gran amistad con la pintora Elisabetta Sirani y gracias a ella se formó bajo la tutela de Guido Reni, por lo que el estilo del maestro Reni estuvo muy presente en su obra.

No se sabe mucho de su vida, pero se han encontrado algunos documentos que se refieren al día de su muerte. Varios historiadores dicen que murió el 11 de mayo de 1672, cuando ella tenía 54 años de edad, por lo que se deduce que nació en torno 1618, pero no se conoce una fiabilidad histórica. La formación que recibió como pintora estuvo conducida principalmente por Giovanni Andrea Sirani.

En su estilo, sus obras sobresalieron como una serie de dibujos de cristal (especialidad que había trabajado en el taller de Giovanni Andrea Sirani), algunos retablos, alegorías y una amplia gama de pinturas de carácter religioso que dedicó a la Virgen María. Antes de morir, se dice que Ginevra tenía 51 obras en su poder tras trabajar en el taller de Giovanni Andrea Sirani. 

En la actualidad pocos son los documentos y los archivos de los que se dispone en Bolonia al respecto de Ginevra Cantofoli, lo cual la sume en un gran desconocimiento pese a la buena obra realizada.


Entre sus numerosos trabajos a gran escala, como retablos o pinturas religiosas, podemos encontrar un autorretrato propio (Alegoría de Sinceridad). Obras que pintó en varias iglesias italianas, como una última cena de San Procolo, Santo Tomás Villanueva de San Giacomo Maggiore, y Santa Apolonia para la Iglesia de la Morte.

Alegoría de la pintura.
Autorretrato de Ginevra Cantofoli.                      

Elisabetta Sirani

Elisabetta Sirani (Bolonia, 1638 – Bolonia, 1665) fue una pintora italiana de estilo barroco y uno de los últimos representantes de la brillante escuela boloñesa del siglo XVII. Fue una de las primeras mujeres pintoras de proyección internacional, pero su prematura muerte con 27 años de edad truncó una carrera que pudo haber evolucionado hacia el barroco decorativo que abanderó Luca Giordano.

Biografía:
Sirani se inició en la pintura hacia 1650, con el apoyo del conde Carlo Cesare Malvasia, un influyente crítico. Con 19 años, se hizo pintora profesional, llegando a gestionar el taller familiar más adelante. Cuando su padre quedó inválido, tuvo que mantener a su familia con su arte, viéndose forzada a trabajar con singular rapidez fruto de la necesidad económica. Pronto alcanzó un nombre en toda Europa, siendo su especialidad la pintura religiosa, lo que generó que muchos coleccionistas y curiosos llegaran a su taller. Sin embargo, varias ulceras de estómago acabaron con su vida prematuramente a los 27 años.

Obra
Aunque su prematura muerte, en agosto de 1665, limitó su carrera a apenas una década, Sirani dejó una producción sorprendentemente amplia: 200 pinturas, así como dibujos y diversos grabados. La amplitud de la producción pictórica de Sirani ha hecho pensar en una participación masiva de ayudantes, ya que sus hermanas Bárbara y Anna María eran también pintoras y tuvo por discípulas a más de doce mujeres, que llegaron a ejercer profesionalmente. La artista hizo demostraciones públicas en respuesta a quienes cuestionaban la autoría de sus cuadros.

En sus dibujos a lápiz y tinta, Sirani introducía fuertes contrastes de luces. Ejemplo de ello es su Caín matando a Abel del Castillo de Windsor. En sus pinturas, sin embargo, Sirani fue menos personal y suavizó el claroscuro con sombras tostadas, más en consonancia con la escuela boloñesa. Por lo general, sus composiciones son de formato medio y simples en cuanto a diseño, y mantienen un tono agradable y decorativo de indudable atractivo comercial.

Obras destacadas:
- Porcia hiriéndose en la pierna
- Autorretrato (1658).
- Judith con la cabeza de Holofernes (1658).
- Alegoría de la Música (1659).
- Cupido durmiente (1660).
- Retrato de Beatrice Cenci (1662).
- San Antonio de Padua adorando al Niño Jesús (1662).
- Virgen con el Niño (1663)
- Judith con la cabeza de Holofernes.
- Cleopatra.
- Virgen con el Niño.
- Melpómene, musa de la Tragedia.
      
 Autorretrato. 1658.                                                                

Las artistas en el Renacimiento


Tradicionalmente las mujeres en la historia habían estado relegadas al ámbito doméstico y que su participación en el campo laboral, científico o artístico ha sido insignificante. Pero las investigaciones realizadas en los últimos tiempos han permitido descubrir nuevos conocimientos sobre las mujeres artistas a lo largo de la Historia. Lo cierto es que ha habido grandes artistas pero no han sido reconocidas, muchas de las obras que hicieron fueron atribuidas a hombres ya que el hecho de que fuese una mujer bajaba mucho el valor adquisitivo de las composiciones artísticas.

Durante la Edad Media el anonimato artístico primó el silencio en este sentido debido al anonimato artístico, no sería hasta el siglo XVI cuando encontramos referencias directas sobre estas creadoras artísticas. A partir del siglo XV se produce en Italia un cambio en la valoración social del artista, que se extendió luego por todo el Renacimiento y el Barroco. Los artistas empezaron a reivindicar que la pintura, la escultura y la arquitectura fuesen consideradas artes liberales ya que requerían una intensa actividad intelectual y espiritual que las alejaba del simple oficio mecánico y artesano al que estaban sujetas en la Edad Media con el sistema gremial. A lo largo de los siglos XVI y XVII la pintura alcanza cotas nunca más igualadas. El arte de los talleres del Renacimiento es producto de artistas tanto marculinos como femeninos. El paso del tiempo ha relegado al olvido a figuras de primer nivel que gozaron de enorme prestigio y reconocimiento entres sus contemporáneos. Pintoras de cámara de reyes y papa, creadoras de la Escuela Italiana y  Flamenca, y sus aportaciones a la historia del Arte


Durante el renacimiento, la primera vez en la que la historia que se reconoce a las mujeres como protagonistas y las recuerda. Hay constancia de que había mujeres aprendices que estaban en los talleres, pero solía ser siempre bajo la dependencia del hombre, accediendo a la profesión de la mano de un protector, un marido artista o un padre artista. Ejemplo de ello Sofonisba, pertenecía a una familia influyente y de la baja nobleza genovesa, animada por su padre a que se cultivase y perfeccionase su arte, sus otras hermanas también pintoras pero fue la que más lejos llegó o Elisabetta Sirani hija de pintor, no pudo acceder a una academia por su condición de mujer pero todo lo que aprendió fue en el taller paterno 

Historia de las mujeres: las mujeres en la Edad Moderna

¿Existe una historia de las mujeres? Una pregunta simple que hasta hace algunos años ni se planteaba, pues la historiografía tradicional ha excluido a las mujeres de la historia “universal” o “general”, ya de manera involuntaria, o alejándolas de sus programas. En la actualidad, dicha pregunta he encontrado respuesta, por un lado porque se ha ampliado el campo de la investigación en éste ámbito,  y por otro, por el impacto (aunque aún modesto) que han tenido la historia de las mujeres y las historiadoras en el ámbito de la profesión.
Durante la Edad Moderna el papel de la mujer se fue relegando a un plano privado, motivo por el cual su estudio es un tanto complicado, debiendo buscar su actuación, en la mayoría de los casos,  de “puertas hacia dentro”, es decir fuera del ámbito público. Las diferentes fuentes que tratan el tema son escasas, ya que es más fácil y atractivo seguir hechos extraordinarios de la vida de Isabel I de Castilla o Germana de Foix que los de una campesina del siglo XVIII que hacía lo imposible para alimentar a sus hijos e hijas.
El estudio de la historia figurativa de las mujeres como heroínas, mártires o reinas fue sustituida a partir de los años sesenta del siglo pasado por la reivindicación del papel de éstas como agentes movilizadores de la historia. Aquellas que son el eje fundamental de la vida familiar, ya que trabajaban en el ámbito doméstico o agrícola, dedicándose además a tareas reproductivas o de cuidados como educar y criar a los hijos o cuidar de los enfermos. Porque aunque se asocie automáticamente en la Edad Moderna a la mujer como esposa y madre, relegándola a la esfera privada, no es así. Todos los miembros del núcleo familiar en la época preindustrial cooperan dentro de la estrategia familiar de subsistencia.

El matrimonio era la base del sistema y se debía mantener estable para poder cumplir la tarea principal, asegurar la descendencia familiar para dotar de súbditos a la Corona. Ana Morte Acín hace una comparación bastante acertada entre la propia Corona y el matrimonio. Según Morte, así como el rey se encontraba por encima de sus súbditos en la jerarquía social, en el matrimonio la mujer estaba subordinada a su marido con el fin de que éste corrigiese el supuesto “mal” comportamiento de ésta. La mujer estaba considerada como un elemento de desestabilización de la sociedad e inferior por su naturaleza, motivo por el que era necesario tenerlas vigiladas. A todo esto se le une la violencia que caracteriza a la sociedad de la Edad Moderna, lo que agravaba la situación femenina. La mayoría de edad en el caso de los hombres se conseguía a los veinticinco años, mientras que las mujeres poseían una minoría de edad perpetua por su situación de desestabilizadoras de la sociedad, eran controladas por el padre o hermano hasta que se casaban, si lo hacían, que pasaban a pertenecer al marido. También es necesario añadir que los moralistas de la época ya se encargaron de proyectar una imagen negativa de las mujeres, como Vives o León. 

lunes, 16 de mayo de 2016

Nuestro Blog

Este Blog tiene por objetivo realizar una aproximación al papel de las mujeres como artistas durante el Renacimiento. 

Las pintoras y escultoras han sido sistemáticamente presentadas en los manuales de historia del arte de una forma marginal lo que podría hacernos pensar que apenas habían existido, mientras que como objeto eran ampliamente representadas en cuadros, esculturas y demás manifestaciones artísticas de todos los tiempos.
Lo cierto es que sí ha habido grandes artistas pero no han sido reconocidas como tales ni valoradas por la posteridad. Muchas pinturas realizadas por mujeres fueron inicialmente atribuidas a varones, lo que indicaría que no hay diferencias objetivas entre el arte realizado por mujeres o por hombres, pero cuando se verifica que la autora es una mujer, baja mucho el valor económico y simbólico de la obra.